Fue un acto brillante. El Centro, alumnas y profesoras, estaba triste. Hacía apenas una semana que la violencia de género había segado la vida de una compañera , María Victoria Martínez, y ese mismo día , unas horas antes, ETA había asesinado en Arrasate, a un militante del PSOE. Una bandera andaluza con una rosa sobre una silla vacía y un minuto de silencio nos recordaron sus ausencias.
No eran las mejores condiciones para la lírica pero nuestras indocentes compañeras no tardaron en arrobar a las 200 mujeres que llenaban el patio. Marisol hizo su loa a la diosa Informática, Raquel espumó sus mejores poemas, con Mercedes navegamos por archipiélagos de versos y con Chari nos estremecimos cada vez que declamaba “¡Puta, puta!”. Vivaldi llenaba los interludios fundiendo aplausos y vítores y al final, hasta bises hubo por petición del público.
Al final , la tristeza se habia quedado agazapada tras el telón y nuestras mujeres salieron de allí con un clavel en la mano y su mejor sonrisa indocente.
Para quienes organizamos el acto, quedaba la sensación de que habíamos vivido un lujo que no estaba al alcance de cualquiera.
Gracias, Marisol, Raquel, Mercedes y Chari.